Tengo rato que no digo mucho por esta sección de “conversaciones”. Pero es necesario que diga algo sobre esto:
Estoy hasta el cuello con la obsesión de las personas por hacerse viral y acumular seguidores como si de eso dependiera la paz mundial. ¿En qué momento nos vendieron la idea de que el éxito se mide en corazones y “me gusta”? Lo peor es que muchos ni siquiera siguen las estrategias correctas para crecer de forma consistente. Quieren todo rápido, fácil, sin esfuerzo… y, claro, al mínimo obstáculo, tiran la toalla.
Ahora, no me malinterpreten. Sí, volverse viral puede traer cosas buenas: contratos con marcas, oportunidades inesperadas… pero seamos realistas: eso pasa una de cada mil veces. La mayoría se vuelve viral por polémicas, bromas pesadas o alguna tontería que no aporta nada al mundo. ¿Cuántas veces ves a alguien viral por escribir un buen libro o hacer algo verdaderamente positivo? Y si lo ves, es porque detrás hay una campaña de marketing bien armada que orquestó cada paso.
El gran problema es que muchos piensan que la fama es sinónimo de felicidad. Te llenan la cabeza con la idea de que si llegas a X número de seguidores, habrás triunfado en la vida. Spoiler alert: no es así. De hecho, la viralidad a veces te deja más problemas que alegrías. Atrae comentarios tóxicos, críticas de personas que no te conocen y, peor aún, seguidores que no están interesados en lo que ofreces de verdad. ¿De qué te sirve que miles de personas vean tu contenido si ninguna es tu cliente o parte de tu comunidad?
Lo triste es que los medios tradicionales también alimentan esta locura. En lugar de dar espacio a causas nobles o culturales, prefieren poner en portada el último escándalo, la tragedia más reciente o la estupidez viral del día. Todo es ruido. Y entre tanto ruido, lo realmente valioso se pierde… puro pan y circo para la sociedad, eso me queda muy claro.
Es frustrante ver cómo el éxito se ha reducido a números en redes sociales. Como si tener seguidores significara que eres talentoso o que tienes algo positivo que aportar al mundo. ¿Y sabes qué? No siempre es así. Tener seguidores no garantiza calidad ni compromiso. Lo que de verdad debería importar es el valor que aportas, las ideas que compartes y la capacidad que tienes para dejar algo positivo en los demás.
Tampoco estoy de acuerdo de que te tomen en serio por la cantidad de likes o seguidores que tienes, como si los estudios, la preparación, el talento y la perseverancia no valieran nada. Es una soberana sandez. Solo quien es estúpido piensa así. (Que se ofenda, quien se tenga que ofender).
Por otro lado, ¿por qué tienes que reflejar tus metas en los demás? Hay personas que solo quieren aportar su valor, enseñar y estar tranquilos con su vida. Sin ser virales… ganan buen dinero, viven tranquilos, sin tener que lidiar con qué miles de personas que no conocen se metan en su vida, estén pendientes de hasta lo último que comió, o le digan como trabajar o pensar -sí, ese es muchas veces el precio de la fama-, aunque no lo creas hay personas que no quieren vivir ese mojón mental. Entonces respeta y no menosprecies el trabajo de los demás.
Si tú quieres ser viral, está bien, es tu problema y tu vida. No la de los demás. Aquí te dejo un consejo bien chiquitito e inteligente:
Si estás en esa carrera por los likes, tómate un momento para preguntarte: ¿Qué estoy aportando? Porque al final del día, los números van y vienen (o te cierran la cuenta de esa red social). Pero lo que realmente cuenta es el impacto que dejas en las personas que te escuchan o leen. No corras detrás de la fama si no tienes claro por qué lo haces o si tienes la suficiente capacidad mental y física para sobrellevarlo. Y sobre todo, no pierdas tu esencia en el intento.
¿Tú también sientes que las redes sociales han perdido el norte y la gente se enfoca más en ser viral que en crear algo con propósito?