El exceso de realidad. Y sí, esa es la respuesta a esa incomoda pregunta. Pero no podía hacer un artículo tan corto para el blog, así que me enfoqué en responder esta pregunta que los escritores nos hacemos cuando intentamos interiorizar lo que nos pasa: ¿Qué mata la inspiración? ¿Qué mató mi inspiración? ¿Por qué ya no me siento inspirado?
No te lo voy a negar, interiorizar es un proceso incómodo muy jodido, pero que te hace caer en cuenta de lo que pasa. Te lo voy a redactar desde mi perspectiva, y espero que te sirva.
Yo necesitaba saber: ¿Qué mató mi inspiración?
Si antes en pocos meses podía escribir libros enteros y poner la palabra «fin» sin tanto problema, luego el simple hecho de sentarme a escribir era un suplicio.
Y no era porque no tuviera historias que contar, si en mi cabeza hay cientos, los personajes muchas veces hablan con tanta claridad que tengo que hacer un gran esfuerzo para concentrarme en mis labores diarias. ¿Por qué no me siento de una buena vez por todas a escribir?
Aprendí por las malas que: «Tener ideas, no es igual a sentarse a escribir».
Puedes tener «Ideas» De hecho, hacer le proceso investigativo, un esquema de tu novela o cuento, pero no por eso terminas sentándote a escribir la historia… ¿Conclusión? Tener una idea no te hace un ser inspirado ni con ganas de sentarte a escribir la historia completa.
¿Me estás jodiendo? Dirás tú. No, no. Me pasó muchas veces.
Da dolor ver mi libreta de notas, documentos en ONENOTE, con todas las historias que tengo por escribir que me parecen bastante buenas para desarrollar, pero, ¿qué termino haciendo?
Me pongo a escribir para este blog, sigo haciendo sitios webs para otros de forma muy eficiente, sigo trabajando; y claro que me siento feliz haciendo eso, pero termino pasando de sentarme a escribir las historias, ¿por qué? Porque maté la inspiración.
¿Qué mata la inspiración? ¿Cómo es que llegamos a matar la inspiración?
No hay otra forma de decirlo, pero es por culpa nuestra. Hay que asumir el daño que nos hacemos a nosotros mismos. Comemos tanta realidad, que destruimos a la inspiración y nos acostumbramos a vivir sin ella. Pero ¿Cómo? Ya te cuento:
#1 Cuando buscamos el éxito: La inspiración siendo apaleada
Todo el mundo quiere el éxito, ser famoso, dinero y fama. Cuando queremos escribir para conseguir el éxito, la inspiración nos mete una patada por el culo y nos envía lejos. La inspiración: «ES» hay que dejarla «SER». Y se lee muy filosófico, pero si intentas escribir un libro para que tengas oportunidad de ser un superventas, déjame decirte que esa parte que llamamos «Razón», que nos autosabotea, va a tomar la batuta y va a palear la inspiración. Porque ya no es ella, la estás condicionando, te estás condicionando. Y así no se llega a nada.
Puedes tener tus metas, pero esos deben ser tus motivadores, no tus estándares, no una obligación para sentirte que llegaste al éxito porque cuando sientas que no lo logras, caerás directamente en el segundo verdugo de la inspiración…
Nota: Creo fielmente que el éxito no es un golpe de suerte, el éxito cuando llega te tiene que encontrar haciendo algo, algo bueno.
#2 Pensar en el fracaso: El veneno de admiración y aceptación contra la inspiración
Esto es ridículamente jodido, pero pasa mucho. Me pasó, miedo al fracaso, pero si hay gente que ve mi nombre y se inspira, pero yo por minimizar mis logros llegué un momento a pesar que era una fracasada. Es que no hay peor enemigo que tus mismos pensamientos contaminados de un coñazo de «razón».
Tener miedo de intentarlo, después de haber publicado tantos libros, ustedes dirán, pero ¿qué absurdo?
Pero claro, mis estándares de éxitos me hicieron ver todos mis logros como menos, como que no valían. En cuanto tomé consciencia de eso, me sentí más motivada a poder avanzar.
Mi inspiración me lo agradeció.
Cada vez que me llegan pensamientos de autosaboteo me pregunto: ¿Cómo podría fracasar si no lo intento? Además, ¿Qué es lo peor que puede pasar? Ya con eso, siento un impulso para dejarme llevar por lo que «ES».
Tú vales, tus ideas deben ser expresadas, tus historias tienen que ser contadas, el éxito o el fracaso son estándares que nadie está obligado a cumplir para sentirse realizado o importante. Tú ya eres importante, tú ya importas. Disfruta de lo que quieres hacer, yo sé, yo sé que cuesta, pero no permitas que la inspiración se envenene con ese exceso de ganas de querer ser admirado o aceptado por los demás.
#3 Los miedos: Los dardos paralizantes de la inspiración
Que no son infundados: miedo a la exposición, a no gustar, a ser criticada, a ser señalada, a que se burlen de mí. ¡Hey! Un mierdero en mi mente. No hay una forma más bonita de decirla. -Mi inspiración quería que lo dijera así-.
Si te enfocas en escribir lo que quieren los personajes, lo que la historia «ES», si solo eres un instrumento de la inspiración y te separas de la obra, puedes tener por seguro que sentirás menos esos miedos. Siempre los vas a sentir, porque somos humanos y lastimosamente somos muy sociables; nos duele lo que opinen de nosotros, pero una cosa es que te duela, otra es que te permitas sufrir por el «Qué dirán».
Mejor aceptar que lo que opine cada quien es su opinión y eso no define ni a ti, ni a tu obra, porque el arte es subjetivo, así como la percepción que tenga la sociedad de quién eres.
Los miedos son como dardos paralizantes de la inspiración. Podrás sentirte muy inspirada, pero te detienen.
#4 Creer que no vale la pena: La represión de la inspiración
Ajeno a no querer tener éxito están los que piensas que: ¿para qué escribir? Si no vale la pena. Nadie me va leer, a nadie le va a interesar. Hay miles de libros ¿Qué aportará el mío? Yo solo escribo mierda. Solo estoy perdiendo mi tiempo. Como verás: La victimización se ven en todos los planos laborares y de relaciones.
Nadie te dice que escribas un libro para luego publicarlo, es lo ideal, pero no necesariamente, la escritura tambien sirve como un ejercicio terapéutico. Dejarte consumir por la inspiración y que te dejes llevar, no debe ser un acto de agrado a los demás, o de cubrir sus expectativas; tiene que ser algo tuyo, algo que te haga sentir.
Pensar que no vale la pena, es reprimir tu conexión. La inspiración no está allí para ser cuestionada, ella solo «ES». Lo mejor es dejarte llevar por ella y luego sentirte orgulloso de lo que creaste.
#5 La necesidad: La prostitución de la inspiración
Todos pagamos cuentas, lo sé. Vivo en este mundo.
Escribir un género literario solo porque se vende más, eso no es cuestionable, porque es tú problema no el mío, pero eso provoca bastante bloqueos y fuerzas la inspiración, más temprano que tarde te vas a hastiar de lo que haces, no vas a disfrutar de lo que haces, y es ahí cuando la inspiración se sentirá tu puta.
«Disfrutar» y «obligación» no congenian en la misma oración. Piénsalo.
Tú dirás: Las mejores historias se han escrito en momentos de necesidad. Y sí, porque salir de la zona de confort hace que la inspiración estalle, se quiera expresar, y pueda «SER» sin miedo a cuestionamientos o con ganas de encajar; ahí el escritor solo quiere salir de la realidad y expresarse; es muy distinto a escribir una historia solo por agradar y vender para tener más dinero. Puede que consigas el objetivo, y me parece genial, pero ¿a qué costo?
Jamás será lo mismo necesitar escribir que escribir por necesidad.
#6 El perfeccionismo: El hastío de la inspiración
Eso no existe. ¿Qué quieres que te diga?
Bueno, sí tengo algo que decirte… Ser bueno en lo que haces, buscar ser muy bueno en lo que haces, está genial, eso se llama: «Excelencia»
Querer entregar un buen libro es una responsabilidad como escritor, una buena historia siempre será mejor valorada y apreciada… pero enfrascarte en querer hacerlo perfecto, eso solo te hace perder el tiempo, cariño, no lo hagas.
Aburres a la inspiración, la hastías. Ella pasará de ti más temprano que tarde. Así que deja la necesidad de control y permítete «ser» con la inspiración sino cuando te des cuenta habrás matado la esencia de todo lo que escribiste o quieres llegar a escribir.
#7 La comparación: La mutilación de la inspiración
Es bueno tener parámetros, sentirnos inspirados y tener metas, saber a dónde queremos llegar. ¿A quién no le inspira: Stephen King, J. K. Rowling, Edgar Allan Poe, ¿etc? Pero basar tus escritos o historias en algo parecido a lo que ellos escriben, es rudo. Sentirte superior o inferior a ellos o a cualquier otro escritor es insostenible en el tiempo.
La inspiración no es maleable a tus exigencias, si ya tienes el don o la capacidad de escribir historias, has lo tuyo, lo propio, lo que te nace del alma, no quieras ser lo que ya otros «SON»… El cuento se cuenta solo, repite conmigo: tú eres tú; y ellos, son ellos.
Si ya todos sabemos que cada cabeza es un mundo, que cada quien es único, ¿Qué te hace pensar que la comparación en el arte es sana? Es ilógico, es como mutilar a la inspiración y renegar de tu «YO» de lo que te hace único en el mundo. No te permitas ser así, ama lo que haces, valora tus creaciones.
Si las comparaciones las mantienes en el tiempo, llegará un momento en que dejarás sin cabeza a la inspiración y morirá en tu inconsciente para no volver jamás en un buen tiempo.
#8 Las emociones: Atragantar de caos a la inspiración
En cualquier momento se puede escribir, no importa si es la continuación de lo que estabas haciendo, fácilmente puedes sentarte a escribir otra cosa, lo importante es «SER». Culpar a tus emociones, de que no te da la gana de escribir es ilógico, porque la emoción ayuda a escribir. Ayuda a expresarse, sea para bien o para mal, pero no es limitante.
No estoy diciendo que dejes de lado las emociones para sentarte a escribir de forma racional algo en específico, solo digo que: No culpes a las emociones, cuando tú claramente sí puedes controlar lo que haces con ellas. Puede ser dificil, pero puedes.
Entonces, interioriza y fluye con ellas, suelta el caos. Deja que las emociones lleguen a ser unas buenas compañeras de la inspiración.
#9 Procrastinación: Cuando la inspiración se siente dolida
Tener el tiempo y las ganas y, aun así, decidir hacer otra cosa. Con lo que cuesta que la musa toque tu puerta y aun así la ignoras. Eso no es de Dios. -Añade drama aquí-.
Y sí pasa, la procrastinación no es un síntoma, más bien es la enfermedad a todo lo anterior descrito. Puedes tener uno o varios síntomas, pero cuando llegas a la procrastinación es un dardo directo al corazón de la inspiración, porque ella está ahí, hace acto de presencia y tú… tú te pones a hacer otras cosas por miedos, por no darle valor a lo que quieres hacer, o porque dices: Mañana lo hago y el mañana es un eterno «después».
Yo me puse a: trabajar más, a jugar más, a estudiar más… y así se me fueron los años. Las ideas venían, las escribía y jamás las desarrollaba, mi inspiración estaba dolida, aún lo está, pero al menos ahora me sonríe, gracias a ella puedo escribir estos posts y sentirme bien conmigo misma; porque siento que te ayudo con un problema que tú puedes evitar o al menos identificar para poder actuar.
Todos sabemos lo que es procrastinar, pero si te enfocas en que de verdad quieres escribir esa historia, ese libro; si organizas tus prioridades y las mantienes, puedes tener por seguro que podrás terminar ponerle fin a esa historia.
Aquí es primordial tener tus objetivos claros, para que ninguna otra cosa que se ponga en tu camino termine ganándote la realidad en vez de darle cabida a que la inspiración crezca y cree.
Mi inspiración convaleciente me hizo crear este post como un llamado sincero a ti:
Sabes, por años me he lavado el cerebro pensando:
«Yo hago uso de mi inspiración al crear post, al crear sitios web, al crear artículos para otros blog o post para redes sociales de mis clientes… soy una persona creativa e inspirada que ama lo que hace».
Y sí, gano dinero con mi trabajo y me va genial, gracias a eso tengo lo que tengo, pero detectar que: la insatisfacción de no poder crear mundos por comer realidad es un proceso que todavía me hace arrastrar la cobija (me tiene triste).
Al menos ya interioricé lo que me ocurre para poder tomar cartas en el asunto. Quiero que sepas que comprendo tu tristeza al ver pasar el tiempo y no poder colocar la palabra «FIN».
Pero es bueno, muy bueno crecer sabiendo que somos consciente del proceso y que no es una carrera contra nadie.
Deja de matar tu inspiración, hazla participe de tu propósito y disfruta del camino.
No te preocupes, ella se recupera de todo, es demasiado fuerte. No por nada la Real Academia Española describe que: la inspiración es la Ilustración o movimiento sobrenatural que Dios comunica a la criatura.
¡Ahí te dejo esa! Nos leemos luego.