Relato corto: Elección Inevitable de Kassfinol

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Título: Elección Inevitable

Autora: Kassfinol

Todos los derechos reservados

Género: Romance Paranormal

 

—Hija, debes hacerme caso, lo que haremos será por tu bien… ¡por nuestro bien y el de la manada! —Fabiana obvió los ojos compasivos de su madre.

—No, no lo haré, no me casaré o juntaré con alguien solo porque ustedes así lo quieren… puede que sea una joven loba a la que le falta mucho por aprender, pero no les voy a permitir que me digan con quién estar — Fabiana, salió de su habitación molesta. Pisaba con fuerza el suelo por donde caminaba. No quería estar cerca de su manada, necesitaba tomar aire.

Su raza estaba en peligro, los humanos habían creado una tecnología que sometía a los lobos con el fin de obligarlos a que los convirtieran y así conseguir la inmortalidad. Fabiana, comprendía que estaban en peligro latente, que no podían vivir como hace cien años donde gozaban de libertad plena para existir entre los humanos sin ser detectados.

La situación era crítica, la mayoría de los lobos terminaban muertos al evitar contenerse a los impulsos electrónicos y opresivos que eran colocados en sus cuellos… El aparato era terrible, traía sedantes y un sistema capaz de desprenderles la cabeza del cuello si no se cumplía las exigencias.

Las razas vivían en zozobra, porque estaba más que demostrado que todo lo que el humano tocaba lo destruía… y cientos de manadas en el mundo habían sido eliminadas y reemplazadas por humanos convertidos… Los lobos puros estaban casi extintos… Era ahí donde entraba el matrimonio o uniones forzadas, necesitaban mantener la especie y según las normas implementadas hace cincuenta años las mujeres deberían procrear tanto como pudieran mientras un macho fuerte las protegía y evitaba por todos los medios que fueran encontrados por un humano.

Fabiana salió hacia el bosque, ya que estaba en zona segura. Había muchas trampas para los humanos. Caminaba histérica, estaba harta de tantas normas, con solo veintiséis años ya querían juntarla con un macho para parir como si fuera un animal, eso era injusto, odiaba vivir en esas condiciones. La joven detectó en segundos dos aromas, uno le pareció familiar, pero cuando volteó para oler el otro, sintió un fuerte golpe y de inmediato todo se volvió negro.

Cuando despertó, no podía creer lo que veía.

Estaba sentada, sin ataduras. Frente a un humano, lo había olido en el bosque. El tipo era un hombre mayor, estaba desaliñado y sangraba a un costado. Intuía que había caído en una trampa en el bosque entrando o saliendo de allí.

Ella se movió y sintió dolor en su cuello. El dolor le nubló la vista por completo. Sabía lo que pasaba, ahora entendía que había sido secuestrada por este desconocido, y que la controlaría con ese maldito invento.

—Debes morderme y convertirme, arriesgué mucho para poder llegar a uno de ustedes, hoy no moriré —le gritó en su cara, mientras se aprisionaba la cintura lacerante.

—Creo que esperaré a que te desangres —le contestó con media sonrisa. Segura que le faltaban poco para que eso ocurriera. Su corazón palpitaba lento, el humano hacía un gran esfuerzo para mantenerse en pie.

—Si no me muerdes, te asesinaré, solo debo decir la palabra específica y el dispositivo se cerrará y tu cabeza rodará sobre el suelo… —Fabiana puso los ojos como platos.

—Si te muerdo, no soportarás el cambio, estás muy débil —mintió, esperando que él le creyera.

La reacción del hombre fue voltearle la cara de una cachetada. La joven debió concentrarse para no tirársele encima, sabía que si hacía un movimiento brusco el dispositivo se activaría inyectándole un fuerte calmante.

—Eso no era necesario… te morderé, está bien, pero júrame que me dejarás libre —el intento de negociar fue en vano.

—¡Muérdeme de una maldita vez si no quieres que te mate! Ya me siento muy débil —le gritó histérico.

—Sí, sí, acércame tu brazo. —si lo mordía, Fabiana sabía que sería su puta hasta que él quisiera, esa era otra modalidad que tomaban los infelices humanos. Él jamás la soltaría, y al final, la propia loba buscaría su muerte atacando a su secuestrador, así el dispositivo se activaría y podría liberarse de toda la agonía y aberraciones que le haría pasar.

Con lentitud tomó su brazo, estaba enterada que no podría hacer movimientos rápidos sino ese sería su fin.

Sin pensar mucho lo mordió y de inmediato el hombre comenzó a retorcerse sobre el suelo. El proceso duraría unas horas. Y hasta donde sabía no se podría alejar mucho de su atacante, sino el resultado sería el mismo, ella moriría.

El tipo gritaba y se retorcía del dolor, mientras ella lo miraba sintiéndose triste por el futuro que le deparaba.

—Debí haberle hecho caso a mi madre y no salir como tonta huyendo de la situación —se quejó—, por lo que veo todo es cuestión de perspectiva —sonrió con desgano tocando el frío collar que estaba bien pegado a su cuello —mataría por estar eligiendo un atuendo bonito para mi boda —una lágrima le corrió por la mejilla.

En un abrir y cerrar de ojos apareció delante de ella un hombre alto, rubio con intensos ojos grises, su primera reacción fue asustarse, pero terminó asombrada cuando el recién llegado le disparó en la cabeza al hombre que se estaba convirtiendo. De forma instantánea el collar se abrió y cayó sobre sus piernas.

—¿Quién eres? —preguntó ella asombrada, el joven le parecía conocido. Cuando se acercó a él notó su olor, era un lobo. El olor a sangre del secuestrador había sobresaturado su olfato.

El joven le sonrió y caminó hacia ella diciéndole:

—Soy el lobo con el que no te quieres casar —su voz, le envió una sensación agradable, algo le decía que debía bajar la guardia.

Mierda, esto no puede ser cierto —pensó incrédula.

—¿Cómo me conseguiste? ¿Cómo diste conmigo? —preguntó avergonzada.

—No fue difícil escuchar los gritos de la conversación con tu madre, se suponía que hoy nos veríamos; al ver tu actitud decidí seguirte, vi cuando te fuiste al bosque, pero éste indeseable se me adelantó… solo esperé a que lo convirtieras para hacer acto de presencia. Si lo dejabas morir, él antes te habría matado, tomaste una buena decisión.

Fabiana quería que se la tragara la tierra.

—Mira, lo siento, no fue nada personal, solo deseaba que no me impusieran acostarme con alguien.

—Pero si me elegiste cuando teníamos siete años. ¿Recuerdas? Nos apartaron para que pudiera convertirme en un gran defensor de mi raza… Disparo bien, ya te diste cuenta, los tiempos cambian, no todo es fuerza bruta y regeneración excesiva —le enseñó la pistola— Llegué hace poco a Venezuela.

El corazón se le aceleró. No podía creer lo que ocurría. De repente sintió una gran alegría y una descontrolada emoción al reconocer quien estaba frente a ella.

—¡Raúl! Pensé que habías muerto, ¡qué bueno es verte! No sabía que me querían casar con el guerrero que más lobos ha salvado de la tecnología de los humanos. Te creí inalcanzable. —admitió y luego cerró la boca de golpe por su reciente exceso de sinceridad.

—Ah, no es para tanto, si los asesinas, el dispositivo deja de funcionar, claro siempre y cuando mates a quien lo haya activado, gracias al universo que esta vez este hombre actuó solo y no me complicó la existencia. —El joven hizo silencio y luego continuó— Estaba preocupado por tu carácter volátil y la falta de tiempo por esa herida y el sangrado, digamos que hoy fue un día complicado… Respondiendo a tu último comentario… fui yo el que te creyó inalcanzable, pensé que ya te habían casado y que tenías muchos lobitos corriendo a tu alrededor.

Fabiana puso los ojos en blanco, y le regaló media sonrisa.

—¿Y me lo dices a mí eso de que tu día fue complicado? Y no… como verás, sigo soltera desde los siete años —contestó Fabiana.

—Eres terca, siempre has sido buena metiéndote en problemas —afirmó Raúl sonriendo y la haló hacia su cuerpo para poder percibir mejor su aroma, el olor a sangre era intenso, pero no fue impedimento para besarla con ímpetu —Entonces, ¿te casarás conmigo? Vine de muy lejos, también te salvé la vida, además tú me elegiste hace años… así que asume tu responsabilidad, no sería bueno que me rompieras el corazón —habló en un tono melodramático acercando su mejilla a la de la joven y le dio un corto beso —. Te extrañé… no sabes las veces que me imaginé poderte besar y tenerte así como te tengo en este momento.

—Mejor salgamos de aquí, ¿no pudiste esperar decirme todas esas cosas al salir de este cuchitril de mala muerte? —sonrió Fabiana señalando al humano muerto.

—¿A qué mujer no le gusta el drama? Además, esta será una excelente historia para contarles a nuestros hijos y nietos. —ambos comenzaron a reírse.

—Salgamos de aquí —dijeron al mismo tiempo.

Kassfinol

Porque hay ciertos acontecimientos que jamás podrás evitar.
 
 

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